jueves, 15 de diciembre de 2016

Elena Garro / En la memoria



 















En la memoria

En la memoria
hay rastros de serpientes
jeroglíficos trazados en jardines
palabras secretas en la arena
gue dejas de caminos que se encuentran
el porvenir escrito en signos
y en el centro del laberinto tu nombre.

En la memoria
hay ventanas abiertas al perfil de la luna
países minerales
ramas de pájaros
estrellas pegadas a los vidrios
ardientes soles
cayendo en la boca del infierno
oscuros visitantes
embozados en azufrosas capas
el círculo de una falda roja
y tus diez dedos inventando la tarde.

En la memoria
hay rejas y un brazo de mar
azul y solitario
abriéndolas, cerrándolas
en un ir y venir de espumas.
Un río que corre entre los muebles
árboles adentro de una biblioteca
unas palabras que navegan
sobre las mesas de un café
un puente abierto a los amantes
y un caracol acumulando cantos en la playa.

En la memoria
avanzas alta marea en llamas
y retrocedes sobre la arena quemada por tu paso.

Elena Garro


Nació en Puebla, en 1916, y murió en Ciudad de México, en 1998. Conocida principalmente como novelista, a fines de 2016 se
publicó su poesía completa, con el título “Cristales de tiempo”.

martes, 15 de noviembre de 2016

Adalber Salas Hernández / Del testigo

 

 

 

Del testigo

 

No sé cuáles eran sus nombres
al principio.
Se han vuelto borrosos
pasando de una boca a otra
como mercancía de contrabando.
Tampoco conozco sus edades
ni los rasgos que cosían
sus rostros.
Solamente sé
lo que todo el mundo ya sabe
que ellos no tenían
nada que ver que
miraron por error
lo que estaba ocurriendo
allí junto a ellos
y siempre siempre
hay que pagar las miradas que lanzamos.
Solamente recibimos esta ley.
A ellos los ataron
para que no se movieran.
Así pudieron escuchar bien
el ruido de sus propios huesos
al romperse
cuando los patearon.
Escuchar bien sí escuchar bien
hasta que nada más quedara la sordera
el cuerpo haciéndose denso
compacto
olvido.
Los dejaron ahí
y no sé
si sobrevivieron o no.
Sus nombres
irreconocibles
siguen testimoniando.
(Solamente testimonia
lo que se ha vuelto tan ilegible
para sí mismo
que empieza a pertenecer
a la boca de todos
al mundo hambriento y brutal
de los hechos).
Tomo esos nombres
y los pongo ahora bajo mi lengua
como una moneda vieja
y gastada
como un pequeño sol oxidado.


Adalber Salas Hernández

Adalber Salas Hernández. Caracas, Venezuela, 1987. Poeta, ensayista, traductor. Licenciado en Letras

martes, 1 de noviembre de 2016

Una pequeña oración colgada en la pared / Rubén Ackerman

 











Dame ahora la palabra
pronúnciala en silencio
casi inaudible
con tus inmensos ojos de niña


Dame la palabra que me tenga en pie
hay tanto abismo


Dame las palabras ancestrales
escribe en la pared de esta casa
enciende el mundo


Descubre el velo

Regrésame al centro.


( del poemario "Los ausentes" de Rubén Ackerman )

domingo, 11 de septiembre de 2016

sábado, 18 de junio de 2016

miércoles, 25 de mayo de 2016

Un hogar, casi / Ekaterina Yósifova

 













UN HOGAR, CASI



Cuando me pregunte: ¿qué has hecho hoy?,

le contestaré: todo el día

he estado pensando en un poema. No he hecho nada más,

no he preparado la comida, no he planchado, sólo he cosido tu botón,

he pensado en un poema sobre un botón y he reído.

Ha sido un día bonito.

Preguntará: ¿y qué has pensado?

E incluso: ¿y qué has escrito?

Por supuesto que lo va a preguntar: es

parte de la intimidad.

Entrará, se quitará los zapatos y la chaqueta.

Se lavará las manos. Preguntará: ¿qué has hecho hoy?

Nada, contestaré.

Nada.





Ekaterina Yósifova (Kyustendil, Bulgaria, 1941).

sábado, 7 de mayo de 2016

sábado, 30 de abril de 2016

jueves, 28 de abril de 2016

sábado, 2 de abril de 2016

Belén Reyes / Desnatada





Estoy al borde de ser borde,
me lo noto.
El precipicio crece
estoy cansada.
Estoy al borde de ser borde
estoy a punto
de nieve, mucha nieve.
Estoy helada.
Estoy al borde de ser borde
y duele mucho. !
Dios mío hazme mediocre.
Estoy cansada,
de apostarme la vida a cada instante,
de ir desnuda y verter
en todo el alma.
Déjame que me quede aquí en el medio,
envuelta en celofán, bien razonada.
Dame mesura Dios,
dame mesura,
mesura chapucera y cotidiana.
Hazme mediocre, Dios hazme mediocre.
En vez de corazón, una ensaimada.
Y el alma en tetrabrick para que dure...
Ten compasión
y hazme desnatada.

 Belén Reyes

jueves, 31 de marzo de 2016

lunes, 28 de marzo de 2016

jueves, 24 de marzo de 2016

Ana María Del Re














¿Quién escuchará
tus gemidos

cuál será tu refugio
cuando llegue la noche

desde hace cuánto tiempo
se quemaron tus sueños?

Ana María Del Re

martes, 22 de marzo de 2016

Un gato en un piso vacío / Wislawa Szymborska



























Un gato en un piso vacío

Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato
en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido,
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.


Se oyen pasos en la escalera,
pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato
tampoco es aquella que lo ponía.


Hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.


Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.


Ya verá cuando regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Irá hacia él
como si no quisiera,
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.


Wislawa Szymborska

lunes, 21 de marzo de 2016

Armando Rojas Guardia / Dios es pequeño



















DIOS ES PEQUEÑO
 
 Dios es pequeño, cabe íntegro en un grano de sal
 que podemos pisotear, y de hecho pisoteamos
 con la altanera suela del zapato,
 gigantesco peso sobre lo mínimo paciente,
 invisible para los ojos desatentos.
 La gloria de Dios se epifaniza, menuda,
 como una hoja de árbol, una simple brisa,
 un solo botón, una única letra,
 bajo el ala del pájaro, junto al corto cuento
 con el que la madre se despide del niño
 al acostarlo, dentro de la llama frágil
 de algún fósforo, cifrada por la punta
 del bolígrafo, por las dimensiones de una copa,
 por la gota de lluvia, por una escama de pez,
 por el dedo meñique y su uña breve.
 Dios prolifera ínfimo. Su omnipotencia
 resulta centimetral si recordamos
 que padece el sufrimiento con nosotros,
 voluntariamente maniatada ante el dolor
 que quiere compartir en su impotencia:
solidaria contestación a la pregunta
de cómo permite el mal incongruente.
Su infinitud se encoge en la estrechez
autoceñida para dilatar, ilimitada,
la libertad del hombre, la que puede reducir
aún más el infinito cuanto guste,
hasta el tamaño de un dedal ignorado e inservible.
Esta reducción divina también se nos ofrece
contemplarla en el acto mismo que creó
todas las cosas: el Todo, que todo lo ocupaba,
se contrajo a fin de abrirte lugar al universo
expandiéndose autónomo en su afuera.
Dios no tuvo miedo de mostrarse
dentro de la estricta pequeñez de un hombre
paupérrimo, marginado, perseguido,
quien comparó el supremo estado de gracia,
que anunciaba como posibilidad accesible
inminente, a la mínima de todas las semillas,
grávida de su fertilidad oculta.
 
La grandeza es un equívoco. Aparece aplastante
para aquél que, rendido de cansancio
tras el trajín de siempre, la percibe sobre sí.
No es que la deseche. Pero lo intimida
desde el principio ese modo del ser nunca medible
por la fatiga de sus ojos. Ello viene a explicar
que la menudeante numinosidad de Dios
se multiplique en detallismos, filigranas,
acaeceres a la mano, sacramentos
que se llaman sonrisa, palabra, reposo,
movimiento, árbol, abrazo, luz, ritmo, deleite
y muchos otros más con los que él nos agasaja revelándose,
no esperando gratitud, sino, al contrario,
la fatuidad de nuestra antropocéntrica grandeza.
Sí, definitivamente Dios es pequeñito,
y a esa sacrosanta cabeza de alfiler
que en su modestia no se impone
como poder ladrón de servidumbres
se alude con metáforas humildes,
intentadas por este poema irrelevante
pero, a la postre, salmo arrodillado.

ARMANDO ROJAS GUARDIA

domingo, 20 de marzo de 2016

sábado, 19 de marzo de 2016

Cinzia Ricciuti / Cuando me vaya de aquí


Cuando me vaya de aquí



Todas las fotografías fueron 
para fijar la belleza. 

Cuando me vaya de aquí 
tendré el mar en los ojos 
los veleros 
y la calma de 
las hojas de los olivos. 

Me iré sin tempestades 
sin árboles desnudos 
sin frío.

Cinzia Ricciuti

viernes, 18 de marzo de 2016

Escalpelo / Oriette D'Angelo

Escalpelo
Holding the word scalpels on trembling lips
Stand straight, look me in the eye and say goodbye.
Marillion | Jigsaw

Brindo por el vientre al que le costó sangrar durante un año
y por la herida de aquel día que todavía muestra sus huesos
por el estómago que se contrae cada vez que las palabras arden
          y por las cicatrices de mis piernas cuando avanzan a destiempo
por el dolor que me da llegar a las luces apagadas de mi casa
         y por el vaso de agua que nadie ha recogido de mi cuarto
por todo lo que duele mi cocina
porque casi nunca siento hambre      
por mi fecha de expedición extemporánea
por el cordón umbilical que me arranqué a mordiscos
por este útero roído        de tanto examen
tanta condición mujer
tanta condición hombre
tanta condición cuchillo

Brindo porque se puede morir de huracanes
morir de país
                                   / de cuerpo sano
                                                                   / de cuerpo alegre

Se pueden sacrificar todas las cicatrices por ninguna
todos los paisajes por ninguno
ningún temblor por tus temblores
todos mis miedos por ninguno
y aun así me reviento ante el temor del escalpelo
y sangro.

Oriette D'Angelo

(Caracas, Venezuela)

jueves, 10 de marzo de 2016

viernes, 4 de marzo de 2016

domingo, 14 de febrero de 2016