sábado, 31 de mayo de 2014

(A media mañana) / Jacqueline Goldberg

 
(A media mañana)

Debería orar junto a los demás.

Malgasto la siesta

poniéndome a tono con las pesadillas.

Parece que la ciudad

conociera la duermevela de Yom Kipur.

Los autos andan más lentos.

La gente se abstiene de atrocidades.

Un gimoteo

se cuece en el vaho de los muros.

¿Escucha Dios el fervor de nuestras ambiciones?

¿Sabe cuán obstinados somos?

¿Escucha el arrepentimiento

de quienes pasamos la tarde en una cama,

dosificando el desamparo?

Dios atiende mis súplicas.

Nunca me dejó sola.

Lo sé, porque tengo un hijo con ojos de albahaca,

porque respiro sin dificultad,

porque el hombre que amo besa mi frente a medianoche.

Jacqueline Goldberg