miércoles, 13 de agosto de 2008

HILDEGART ACOSTA


TIEMPO REFLEXIVO

En ese instante recorrí mi vida.
Sentada bajo aquel árbol
perdida y desolada
no me reconocía.


¿Qué de nosotros se queda
en las páginas ya escritas?
¿Qué lo que se escapa de ellas
buscando otro destino?


TIEMPO SIN HUELLA

Pasas
como siempre
sin dejar huella:
tiempo rutinario.

Aplastando,
atormentando
las horas
que también pasan
y se quedan vacías
de lucir mi palabra.

TIEMPO DE DUDAS

Sucede
cada vez que el pensamiento
se desata.

Descontrola la razón
y si le das terreno
establece su reino
y te carcome.


TIEMPO DE FUEGO

Cuerpo indefenso
me encuentra la noche
con esta insoportable canícula

Alíviame Abrévame

Devuélveme Retórname


( Tiempo de ) PRELUDIO

Una caricia de oro
que traspase
las fronteras de tu piel
para iniciar el minucioso
recorrido de tu cuerpo.

TIEMPO DE AMOR

Tu amor me baña como una cascada
Plétora
Torrente de mi sangre
Y yo germino como la tierra húmeda

TIEMPO FURTIVO

Hacían el amor
tu mano y mi mano

Allí
delante de todos
En la oscuridad
Furtivamente

¿Ellas?

¿Nosotros?

Bien, da lo mismo
total, eso es cosa
sólo de humanos.

TIEMPO DE DESENCUENTRO

No siempre
estar en un mismo lugar
en un mismo tiempo
y vernos frente a frente
es un encuentro.

A veces nos separan
barreras invisibles
las conciencias de los otros
que nos convierten
en un anacronismo.


“Seremos lo que somos
cada uno más allá los dos”

(“Exaltación”, de Alfredo Chacón)


TIEMPO EXISTENCIAL

Frente a frente

sin otra luz que la nuestra
con sólo una verdad expuesta.

Sin linderos.

Con todo el espacio contenido
con todo el tiempo detenido.

Dejándonos el ser
completamente

pero sin borrarnos
para seguir siendo.


Hildegart Acosta

BEATRIZ ALICIA GARCÍA


"Vendí mi alma al diablo, al insaciable
diablo del poema. Fue como cambiar el
oro de mis días por pequeños abalorios"
Juan Manuel Roca

Caracas amor y muerte

a Belkys Arredondo

A pleno sol
la ciudad quema
en la piel
se abre a mis pies
-amante inhóspita-
su boca de humo
me besa
su llaga
me besa
flor de sangre y cemento caliente
en la memoria
de la crónica roja
sus brazos me acogen
en el miedo punzante
de la multitud ansiosa
su vocación de sobrevivencia
me conmueve
hasta lo hondo
—"Te quiero, le digo,
a pesar de todo"
como acariciando su lomo
-su verde montaña, su exiguo
pulmón-
sus monumentos en ruinas
sus viejas melodías
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Vivir
bajo fuego cruzado,
con el alma en vilo,
un silencio
que estalla en la garganta
impronunciable.
Vivir
con miedo de morir
sin verte en la refriega,
atravesando la incertidumbre
de cada día
como una oscura puerta
que cae al abismo.
Vivir
bajo el fuego cruzado
de tus ojos,
buscando un lugar
para encontrarnos
bajo el fuego cruzado
de nuestros cuerpos.
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Puerta adentro
mirar la vida de reojo,
tomar el tiempo a mi medida,
detener presencias
y pasar.

Esta calma
no me engaña,
el teléfono callado, la pavana
de Hubert Laws para sumergirme
en la quietud.

Los periódicos viejos
ya no me toman por sorpresa,
tampoco las cartas, las fotos,
las deambulaciones.

La memoria,
a veces,
es un truco que se usa
contra el tedio,
puerta adentro.
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Aún

A veces,
la vida es un cerco,
estás en ella
como María Estuardo,
esperando el día de tu sentencia.
O es como un zoológico,
donde eres el mono,
-se ríen de ti, no contigo.

Y aún cantas
en tu jaula, mi amor.
Sin saber por qué.

Aún
tantas cosas,
deseos, sueños, apetitos.

No te explicas cómo

aún.
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Me veré
en la luz que no cesa,
aún en medio
de las ausencias repetidas,
la oscura esperanza
que toma su barco,
bebiendo lejanías,
tallando sus adioses.

Voy a verme en esa luz
que había en los ojos
que alegres sonrieron para mí,
instantes robados
para la dicha merecida
(la pagamos con creces).

Volveré a decir
de huidizos dones
que me amoldan,
cincelan grietas,
por donde el viento pasa
y respira,
así en mi casa entra la luz.


Beatriz Alicia García