miércoles, 31 de diciembre de 2008

GUSTAVO CÓRDOBA


HAY OTRA VASTEDAD

Hay otra vastedad
detrás de nuestros párpados,
no sé aún si más fría
o dulce que la tierra.

Antiguos naufragios la circundan,
olvidadas expediciones de sueños,
desde cuyas velas, desgastándose al sol,
viejas palabras dicen adios eternamente.

Hay otra vastedad
detrás de nuestros párpados.
Cruzan su espacio puentes interminables,
colgando hacia la nada,
como miradas suspendidas que duermen,
soñándose a sí mismas,
saliendo de otro rostro,
cayendo en otro abismo.

Hay otra vastedad
detrás de nuestros párpados.
De ignotas latitudes,
sin ángulos ni rostros,
A veces, tras los arcos de sus vetustas puertas,
tendemos nuestra piel al sol,
para secar sus sueños de húmedas madrugadas.

Hay otra vastedad
detrás de nuestros párpados.
Y es siempre el hombre solo quien la habita.
Encendemos antorchas cada noche,
y abrazamos en el sueño nuestra sombra.


Tributo ( A la memoria de Vicente Gerbasi, Padre de mi Poesía)

I

¿Acaso recuerdas quién tomó en sus brazos
todo tu sueño de abeja desde las maderas crujientes
y deslizó bajo tus pies arena y conchas de mar,
y un salitre en las rocas que tú no conocías?
Tú sólo sabes que tus ojos, atónitos,
atrapados por la piedra, en un segundo,
te llevaban hacia una colina del cielo,
donde una procesión de paredes y puertas
subía lentamente hacia un viejo campanario
que parecía abrazar sus soledades,
como en una extraña anunciación.
¿Qué sintió tu piel aquella tarde?
Una brisa sopló sobre tu rostro
como un batir de alas,
mientras tu mirada colgando,
narraba visiones de eternidad.

¿Qué ecos te hablaron desde los precipicios
con voces de poderosas lejanías?
Nunca lo supiste,
pero en ese instante
todo a tu alrededor cesó, y el tiempo se detuvo,
y fue todo un silencio.

Calló el viento, y enterró sus murmullos azules,
en las copas de abetos y castaños.
Durmieron los pájaros,
y eran eclipses diminutos en el cielo.
Callaron su adiós los barcos que partían,
calló también el mar hasta los confines del golfo,
y las olas se marcharon con peces
que callaron hacia las profundidades.
Entonces,
algo cruzó tu frente como un relámpago,
se agitó tu sangre dentro de ti,
y una conmoción de signos bajaron en tropel hacia tu ser,
con voces que pronunciaban tu nombre
con la fuerza de antiguos vendavales,
viniendo hacia ti desde los siglos.


II

Cuando el leve beso de tus pasos
alzó tu cuerpo de ángel por encima de las piedras,
misteriosas ondas como corrientes telúricas
recorrieron los fundamentos de la tierra,
desde el Policastro
hasta más allá de las cimas apeninas,
con vapores y crujidos de lozas en los camposantos
de ciudades eternas y de aldeas sin nombre,
desde donde tus ancestros esperaron en el sueño
que el mar te devolviera,
jugando sobre las crines de caballos alados.

Sí,
la propia sangre siempre es un enigma,
lloviendo en la memoria con ojos de fuego,
con garras afiladas pulsando en nuestras sienes,
con líquidos que brillan entre las grietas del mundo,
y es voz rasgando el velo de gigantescas sombras,
llamándose a sí misma,
llamándose;
llamándonos.

Y es verdad que el hombre es solo un sueño.
Un sueño de la tierra,
pero al fin, es sólo un sueño.
Desde que llega, habitando los altares
para sentir los cantos como viniendo de la piel,
arrullándolo sin prisa entre aguas salobres,
hasta que retorna como azogue a la tierra,
entre piedras humeantes y con sus nuevos brillos,
como una pieza más de un gran rompecabezas,
armándose por siempre en el azul de siglos.



III

En un rincón la tarde me hizo llegar tu pena
escondida entre las hojas de los restos de un libro,
que me hablaba de ausencias,
con uvas,
nocheviejas,
y extrañas soledades,
de tristezas volando a oscuros cementerios,
para velar los labios cerrados de la madre.
Mi calle de ciruelas, de jobos y almendrones,
la que habitó mi infancia perdida en el recuerdo,
con los ojos poblados de amarillas cometas,
me trajo tu secreto aquella tarde,
brillando entre los resplandores de un sueño.

Y antiguos caminantes salieron en tropel desde la sombra.
Llegó hasta mí tu canto;
prendió tu angustia en mí.

Ignoro qué misterio se esconde a mi intelecto
oculto en cada hora, detrás de cada paso,
A veces llega a mí la certidumbre
de designios del cielo alcanzándolo todo,
envolviéndolo todo con su aliento de estrellas.

Mi lento exilio de la tierra nace en ti;
en tu palabra grave que, señalando el día,
en aquellas horas tempestuosas de mi juventud,
me iluminó un camino en la oscura penumbra,
como la luz de un faro en medio de mis soledades.
En este exilio eterno hacia la luz,
a orillas de la noche también yo me detengo
a entregarte los versos que sembraste aquella tarde,
son tuyos,
los devuelvo.

Ellos crecieron debajo de estas islas,
en su limo brillante, como crisálidas del mar.
Crecieron hacia el fondo de la sangre,
hasta tocar sus cuerdas más primitivas.
Crecieron en las alas y los trenes del exilio,
aun en el rumor de las olas de playas del olvido,
crecieron sin saberlo.
Crecieron en los muros de antiguos campanarios,
y fueron poblándolo todo,
hasta que ardió en el pecho su lamento solitario.

Enciéndelos tú,
haz que iluminen tus huellas
hacia las profundidades del universo.

viernes, 26 de diciembre de 2008

CARLOS EDUARDO FUENMAYOR GARCÍA


VOLVER A LA VIDA


Hoy tengo tanta muerte en mi
que aterrado agarro un lápiz

Y pongo a hablar
a la mesa, las sillas, los cuadros

Que comienzan a danzar frenéticamente
al rededor mio

A cantar

Para traerme a la vida


TU

De nuevo estas aquí
corro pero no consigo huir de tus ojos

Extiendo mis alas y vuelo
pero tu mirada las quema

Caigo
me levanto en mis cuatro patas
te muestro mis fauces, te rujo
pero soy quien tiembla

Ante este niño
que me pregunta por nuestros sueños

Soy quien tiembla
ante mi


ANTE EL ESPEJO

¿ Quien soy ?
¿ El milagro de un error?
Hanni Ossott

¿ Que decirle ?
¿ que las paredes tiemblan?,¿que siento frió?

¿ Que camino de un lugar a otro de esta casa
tras mi tranquilidad ?

¿ Que no me encuentro ?

¿ Que no se que soy ?

¿ Existo ?

¿ Que decirle ?
¿ que tengo miedo, miedo ?

DE MI

lunes, 22 de diciembre de 2008

ELIANA DUGARTE


Otro yo mío

Al verlo sentado
me alivia saber que vaga algo sobre mí
un cortesano parásito
que cargo en mi costado

se trata de otro yo mío
bufón en duelo
ebrio perpetuo
que convierte el pavor en desastre alegre
me pisa los pies
y divide mi lengua

trato de escapar en su silueta
atando su verdad con remiendos
pero el amanecer se me hace escombros
y el silencio persiste

vive bajo la sombra que se desdobla
como ángel adulón que besa mis zapatos
ya no basta con colgar los sentidos
pues en el corto parentesco
somos tan simples
y a la vez postizos





Antes de morir, le reveló su secreto:
- la uva – le susurró – está hecha de vino.
Libro de los abrazos
Eduardo Galeano


Viña y memoria

Para transformar la uva
busca una copa y un sillón sereno
afila bien el delirio
y en la frágil cordura
abraza un buen libro
como memoria en racimo
deja que caigan recuerdos
deja que broten en el esparcido desvelo
y si entre los surcos te pierdes
atrapado en los besos de merlot
recuerda
que de la uva
vino





He perdido un pensamiento
lejos va
semejante a un caballo desbocado

como un túnel frío y doloroso
pude sentir que rondaba entre mis ojos
se asomó al oído y lentamente
empezó a mover mi boca

más abajo
sobre la barbilla
alrededor del cuello y los hombros
las manos lo abarcaron ligeramente
mordió los dedos
y se guardó en mi ombligo

lo pude ver
y sentir
pero ya no lo recordaba

ahora camino con los dedos metidos en las orejas
para no perder aquellos nombres
donde dejé volando ideas
cuando pasé de niña a ignorante

jueves, 18 de diciembre de 2008

LA PARADA POÉTICA EN VINARTE


Nos mareamos en sabores esta noche
aquí, la gota de vino hace palabra y amo
sordo, merodeando el sinsentido y alegre
siempre soledad, siempre tú
hacemos de cada palabra nuestro universo
hoy me desnudo de amor por ti y no tengo miedo
rozaron tus manos con el nacimiento de mi espalda
noche de luna a la elevada potencia
en la trama de la noche hundo mis miedos
y pico cada parte de tu cuerpo en trozos pequeñísimos
volví del vino y hacia el blanco voy
mi boca que siente la noche
donde abrevan tus párpados enfermos
la noche se hace eterna…contigo…y sin ti
hoy abro mi alma buscando mi paz
la vida es un aroma, hoy el aroma me huele a ti
me siento y no me siento…no se que siento!
un sutil aroma a ti
manjar de versos noche divina
por el oro del alma
la dicha que acompaña, el amor, la dulzura, ojos soñadores que no brillen de amargura
dime cuando, llega el cadáver, espejo sin tregua
cada encuentro es un misterio que incendia
el viento del otoño ignora el corazón
y en el verso de tu boca, el vacío
no recuerdo si ya llegué porque no me hallo
pero aquí estoy y me convertí en poema.

Cadáver Exquisito, creado a 27 manos “La Parada Poética en VinArte"
16/12/2008

miércoles, 10 de diciembre de 2008

VERSOS DE MORAL ETÉREA



Los poemas de la venezolana Eleonora Requena sirven para construir una Ética del aire, libro bautizado el pasado sábado con la presencia de Rafael Cadenas
Douglas Gómez Barrueta

El volumen recoge dos poemarios de Requena: Mandados , publicado en 2000, y Ética del aire, inédito hasta ahora
L os versos de Eleonora Requena no pudieron contenerse en las páginas de Ética del aire y abarcaron todos los espacios de la librería Lectura de Chacaíto el pasado sábado al mediodía. "No avizores, no te líes,/ no te mientas, no demandes,/no enumeres,/ no reiteres, no te culpes/ si estás feliz, /si estás severamente triste" leyó en voz alta el poeta Rafael Cadenas durante la presentación del libro, editado por bid & co. editor, que contiene dos poemarios de Requena: Ética del aire, que da nombre al volumen, y Mandados, ganador en 2000 del premio de la V Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra, mención poesía.Las palabras flotaron, como minutos después lo harían las burbujas de jabón con las que culminó la ceremonia, ayudadas por la voz del poeta Cadenas: "Cuida al corazón/ de los desfiladeros,/ de caer en el precario/ goce de caer/ en los desfiladeros,/ cuida al corazón/ profundo de caer/ piedras abajo,/cuídalo/ de los tropiezos,/déjalo/que caiga/ sin remedio". Minutos antes, Harry Almela, antiguo editor de la Liebre Libre y también poeta, recordó que durante su labor de jurado en la Bienal José Rafael Pocaterra fue sorprendido por los versos de Requena. "Pensé que era de una escritora extranjera, porque rompía con todo lo escrito por mujeres en el país".
Almela rememoró que después que algunos de los versos de Requena fueran publicados en Papel Literario, el desaparecido Salvador Garmendia escribió una nota llena de elogios a la poeta. Este texto, junto a otro del propio Almela, forma parte del epílogo de Ética del aire. También trajo a la memoria que durante la presentación de Mandados, "durante una de las ferias del libro de antes", estuvieron presentes Elizabet Schön, Eugenio Montejo y Rafael Cadenas "premios nacionales de literatura".Acontecimiento poco usual, tomando en cuenta que "apenas" era el segundo libro de una joven poeta.Requena nació en Caracas en 1968, desde su primer libro Sed, editado por Eclepsidra hace diez años, se convirtió en una de las protagonistas de la poesía femenina que irrumpió en la literatura venezolana a finales del siglo pasado. Sus poemas forman parte de las antologías Las voces de la hidra, la poesía venezolana de los años 90 y El hilo de la voz, antología crítica de las escritoras venezolanas del siglo XX.Además ha publicado Es de día (2004) y La noche y sus agüeros (2007), ambos editados por El Pez Soluble. También ganó el Premio Italia 2007 para la poesía en el certamen "Mediterráneo y Caribe", auspiciado por el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bologna.EL OTRO EN LA POESÍA AMOROSA
Almela explicó que un poema amoroso sólo puede presumir de serlo si se mueve entre dos espacios: el del acontecimiento y el del sentido. El primero, "ocurre en el poema como cosa vivida, y pertenece a la experiencia del sujeto hablante en ese desplazarse hacia el otro". El segundo, sucede "en la poca o mucha capacidad que tenga de convertirse en sentido para el lector. Cosa que sólo puede ocurrir gracias al sobrenombre, o la sinécdoque, figura retórica donde una parte de algo es usada para representar el todo o, viceversa, donde el todo es usado para representar una parte".Según Almela, el centro del poema amoroso no es el sujeto que canta sino el ausente, pero también el lector: "recreador del imaginario expresado ahora en palabras, desprendidas ya de la experiencia que lo motiva". A su juicio, en Ética del aire se mueve "la hendidura que queda entre el espacio del acontecimiento y el espacio del sentido".Requena tuvo palabras de agradecimiento para el editor Bernardo Infante Daboín, por arriesgarse a la publicación de libros de poesía; para Cadenas, por la generosidad de leer sus poemas y acompañarla; para Almela, por estar siempre motivándola a escribir y ser un "tutor"; para "Salvador Garmendia, el gran ausente", por las palabras que la estimularon a seguir explorando el camino de la poesía; y para el poeta y científico Jesús Alberto León, quien fue al autor del texto de la contratapa, donde afirma que: "En esta poesía se advierte que no hay lugar. La remota pedagogía del aire, los giros titilantes de los pájaros, sólo ofrecen enigmas elusivos: ningún resguardo para el desmedro. El desamparo, el trémulo riesgo, la intemperie, son las certezas prometidas, las quemaduras inevitables de un erotismo herido que es doliente gozo, jadeo que gime bajo el aliento, en el borde mellado de la respiración..." Ya el aire de la librería Lectura, espacio dirigido por Walter Rodríguez y ubicado en el sótano del Centro Comercial Chacaíto, estaba repleto de los versos de Ética del aire, pero eso no impidió que Requena cerrara el evento leyendo el poema "Kit de palabras conjuro para sacarte de mi cabeza": "sacacorchos, tirabuzón, tachadura/ eclipse de sol, raticida, licor, disolvente,/ ángel exterminador, papelera, catapulta,/ armadura, congelador, tippex, jabón/espadrapo, delete, delete, se acabó".


Lunes 08 de Diciembre de 2008
24
TalCual

jueves, 4 de diciembre de 2008